HAY
OFICIOS MARAVILLOSOS.
Hay sencillos
y anónimos oficios ejercidos por humildes y desconocidos personajes barriales.
Ajenos
a las pretenciosas maniobras de los banqueros, a las ostentosas búsquedas de la
cirugía estética, a los alterados teléfonos de los agentes de bolsa,
discriminados para siempre de las
revistas del corazón, esta gente vive día a día entregando su arte y su
conocimiento en las pequeñas alegrías cotidianas.
Instalados
para siempre en un lugar cualquiera, han hallado (casi sin darse cuenta) un
tesoro que el resto, distraído con las ofertas de fin de temporada y otras
banalidades, no logran encontrar: Su lugar en el mundo.
Tal
vez, cuando se hayan ido de la vida, se los recordará de tanto en tanto en
minúsculos diálogos, nombrándolos con los certeros apodos que les puso la calle.
Como ocurrirá con “Don Macizo”, el Rey de Los Trompos.